sábado, 22 de noviembre de 2014

Navarrómetro 2014: ¡Temblad, navarros!


EDITORIAL DE DIARIO DE NAVARRA

Los sondeos activan todas las alarmas.
Podemos sería la fuerza con mayor intención de voto de los navarros, según el sondeo encargado por el Parlamento foral, que augura para UPN la pérdida de más de la mitad de sus escaños.
La radicalización del voto reflejaría el gran descontento que hoy tiene el electorado.

Los sorprendentes resultados del sondeo electoral encargados por el Parlamento de Navarra, en los que Podemos volvería del revés el sustrato ideológico de Navarra, hace doblemente libres las interpretaciones.
Sociólogos y expertos electorales advierten, sin embargo, que las intenciones de voto en un momento dado reflejan tendencias, pero en modo alguno pueden aceptarse como hechos ciertos. Mucho menos, cuando la aparición de unas siglas nuevas, por rompedoras que sean, es capaz de revolucionar de un día para otro un mapa electoral tan consolidado como el de la Comunidad foral.
No es lo mismo jugar a las cartas con fichas que con dinero.
El "navarrómetro", realizado en cinco días mediante L500 entrevistas domiciliarias por una empresa vizcaína de escasa experiencia aquí, genera dudas lógicas en sus rotundas conclusiones. No obstante, por inverosímiles que resulten, ofrecen una radiografía del estado de opinión de los votantes.
Podemos irrumpiría en Navarra en las próximas elecciones forales como primera fuerza, al obtener 18 de los 50 escaños, mientras que UPN  caería de sus 19 actuales a 8 escaños; el PSN bajaría de 9 a 5 escaños; EH Bildu sería la segunda fuerza con 11 escaños; Geroa Bai obtendría 4 parlamentarios; Izquierda-Ezkerra, 2; y PPN   y UPyD obtendrían 1 cada uno.
Como ocurriera con el último sondeo del CIS, los resultados castigan a los partidos constitucionalistas tradicionales, incapaces de entenderse, sin que se beneficien especialmente los nacionalistas. La radicalización del electorado entre Podemos y Bildu -entre ambos suman 29 escaños- si acaso, denota hartazgo y cansancio, no que sus propuestas -la carencia de ellas- encandilen a la mayoría.
Podemos se ha convertido en el gran revulsivo del sistema, pero en absoluto garantiza la solución al desempleo, a los recortes y a la falta de ingresos públicos. Muy al contrario su indefinición en las cuestiones vitales no puede deparar otra cosa que mayor inestabilidad autonómica y económica.
El sondeo debe de servir de revulsivo para que la sociedad navarra, dentro de seis meses, reaccione con responsabilidad, antes de que sea tarde, frente a aquellos cantos de sirena que ofrecen un cúmulo de incertidumbres.
Demasiado riesgo para lo mucho que hay en juego.

Iñaki en el Seminario Internacional de Historia sobre el Mundo Iberoamericano
ARTÍCULO DE IÑAKI IRIARTE

Cautela extrema ante resultados sorprendentes
El autor considera que los resultados del Navarrómetro en modo alguno pueden extrapolarse a las elecciones, aunque reflejan un estado de opinión.

Los resultados del Navarrómetro publicado ayer son, sin duda, muy sorprendentes.
Muchos esperábamos una fuerte caída de UPN y PSN y una irrupción espectacular de Podemos, quien robaría votos a los socialistas, Izquierda-Ezkerra, Geroa-Bai e incluso a Bildu.
Sin embargo, nadie imaginaba que el descalabro de los primeros fuera a ser tan grande, ni que el porcentaje de votos cosechado por el partido de Pablo Iglesias pudiera ser tan alto como para ganar las próximas elecciones forales.
Es cierto que -sin que esto suponga prejuzgar la profesionalidad de quienes la han llevado a cabo- no sería la primera vez que una encuesta se equivoca y que, en ese sentido, debería tomarse con cautela.
A la vez, es indudable que los datos aparecidos ayer indican una serie de claras tendencias en la sociedad navarra. En concreto, el declive de las dos grandes formaciones políticas que desde el final de la Transición han protagonizado la política foral, UPN y el PSN.
El hecho de que un partido pierda el poder y de que la mayoría de los ciudadanos le retire su confianza y opte por dársela a otras listas, que puedan pactar un gobierno de coalición, es algo que, por supuesto, entra dentro de la normalidad en una democracia. Si, además, el partido que detentaba el gobierno, lleva casi dos decenios ejerciéndolo, dicho cambio puede resultan incluso, muy saludable, en la medida en que lo forzaría a emprender una catarsis y volver a ganarse el favor de los electores.
Sin embargo, para todos aquellos que creemos en la existencia de Navarra como una comunidad propia dentro de España, una Navarra que -sin caer en "ombliguismos" identitarios- se muestra orgullosa de su pluralidad cultural y lingüística, a la vez que se siente solidaria hacia dentro y hacia afuera de su territorio, sin extremismos, sin homenajes a asesinos, sin contenedores en llamas ni tartazos, los resultados del Navarrómetro constituyen una noticia muy preocupante.
Preocupante porque sabemos muy poco de Podemos. Podemos -lo hemos dicho ya- es sobre todo la expresión de un enfado; muy legítimo, contra la clase política. Pero, en lo referente a cuestiones esenciales como la política lingüística y la existencia de Navarra como comunidad propia, o bien su incorporación al País Vasco, no se sabe nada acerca de sus intenciones.
Dada la desorientación que desde hace décadas ha mostrado en dichas cuestiones buena parte de la izquierda navarra, es de temer que el partido de Pablo Iglesias pueda también caer en el error de confundir "progresismo" con "vasquismo político".
Por ello, sería preciso demandarles no sólo que aclarasen sus opiniones al respecto, sino también que precisasen si, llegado el caso, apostarían por un gobierno de coalición con el PSN y, acaso, Ezkerra o, más bien, por uno con Geroa Bai y Bildu.
Y es que, mientras que sabemos poco de Podemos, en cambio, conocemos mucho de Bildu. Sabemos que es la heredera de Herri Batasuna y, de hecho, su candidato a la presidencia es Adolfo Araiz, miembro de la Mesa Nacional de HB en los duros años de plomo, amonal, secuestros, chantajes, kale borroka y amenazas. Consecuencias todas ellas del "conflicto" que nunca se dignó a condenar.
Alguien podría aducir que en democracia todas las opciones son legítimas y que no se puede objetar nada a ninguna fórmula de gobierno, puesto que siempre será la expresión de la voluntad ciudadana.
No es exactamente así. Al igual que sucedería con un gobierno del Frente Nacional en Francia, la perspectiva de una Navarra cogobernada por EH Bildu nos alarma legítimamente a muchos.
No sólo por su reciente pasado de apoyo al terrorismo, ni por el tipo de política lingüística que impulsaría, tan irrespetuosa con la pluralidad cultural de Navarra; tampoco porque sus políticas económicas extenderían a toda la comunidad ese erial en que han convertido la Sakana.
A eso se añade su propósito declarado de integrar a Navarra en un Estado vasco para construir un paraíso a base de desfiles de zanpantzarres, pasamontañas, antikapitalismo de taberna, mucha borroka y no se sabe qué moneda. Un paraíso sin patrones, "txakurras", periodistas, docentes incómodos y "españolazos" en general.
Sin embargo, a la vez que habría que preguntar a Podemos con quién está dispuesta a gobernar, deberíamos también preguntarnos a nosotros mismos por qué Navarra, la comunidad con menos paro de España, con un sistema educativo y sanitario mucho mejor que la media, etc., puede llegar a castigar de ese modo al partido en el gobierno.
La respuesta es que éste se ha labrado con ahínco una pésima imagen entre demasiada gente. Ha parecido creer que, precisamente por miedo a lo que vendría después, la mayoría de los votantes se vería obligada a continuar prestándole sempiternamente apoyo. El Navarrómetro indica a las claras que no es así.
Es difícil saber si todavía le queda tiempo para dar la vuelta a los datos publicados ayer. En cualquier caso, urge que, más allá de conformarse con buscar un candidato creíble, UPN sepa regenerarse, elaborar un discurso mucho más sugerente y empezar a tender puentes para posibilitar pactos, no ya con el PSN, sino incluso con quien, al menos, garantice la existencia de Navarra como comunidad.
Iñaki Iriarte López es doctor en Sociología y profesor de la UPV

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