jueves, 17 de noviembre de 2016

1906: "Al indio, pobre y salvaje..."

 Principios del XX, quizás de Fidel Veramendi (Arazuri)
Esta canción tan nostálgica, que ha emocionado a quienes se preparaban para irse a misiones y, muy especialmente, a las familias del misionero, la aprendí de niño de labios de mi hermana mayor. 
Llegada del ángel de Aralar a los capuchinos de 
extramuros. Al fondo casa Gurbindo,en Aranzadi
Como ya dije, comienza por "Mañana en un frágil barco" y suele llevar un subtítulo: "Despedida del Misionero" porque se ha tenido que cantar en todas las despedidas.
Yo la aprendí con una estrofa que, enseguida, en pocos años, con la llegada del Vaticano II, dejó de cantarse.
Hoy, por fin, he encontrado el documento que acredita el empleo de esa estrofa en un periódico: El Eco de Navarra, del 28 de agosto de 1906. 
Se trata de una larga crónica que describe la despedida de 8 capuchinos que eran enviados a Chile y Argentina. 
El acto transcurre en el Convento capuchino de Extramuros, al norte del meandro de Aranzadi ("la Vuelta Ibarra" de mi infancia), en la margen derecha del Arga.
Al terminar la misa y cuando los misioneros ya habían abrazado a cada uno de los religiosos de la comunidad, ellos mismos entonaron el "Mañana en un frágil barco". Por motivos de espacio, el cronista sólo nos ofrece la primera y la última estrofa, la del "indio pobre y salvaje".
Os pongo la crónica tal cual, simplemente marcando las diferentes partes. Merece la pena leerla entera porque uno se sorprende con facetas muy curiosas de su ciudad y de la prensa de la época.

Sitna 1929
EN CAPUCHINOS DESPEDIDA DE MISIONEROS
Anteayer, como habíamos anunciado, se celebró en la iglesia del convento de Capuchinos de esta ciudad la solemne función de despedida de ocho religiosos de esa Orden, que han sido destinados y muy pronto marcharán á las misiones que la misma tiene en las repúblicas argentina y chilena.
El acto fué interesante, y algunas de sus partes, conmovedoras.
Presenciándolo, nos acordábamos de la antipatía que sienten hacia los frailes aquellos que, solamente por informes falsos y apasionados juzgan de ellos.
¡Qué hermoso espectáculo ofrecían aquellos nuevos apóstoles despidiéndose de sus hermanos en religión, para trasladarse, movidos por la caridad, impulsados por la obediencia y confiados en el auxilio divino, á remotos países, con objeto de trabajar en medio de penalidades y peligros por la gloria de Dios y la salvación de sus prójimos!
¿Por qué no estaban allí los anticlericales, para convencerse de cuánto mienten los que injurian y calumnian á los frailes, calificándolos de todo lo contrario de lo que son?
Pero dejemos los comentarios y las impresiones, para dar noticia sucinta del acto.
***
Convento de Capuchinos de Pamplona-Extramuros, en la actualidad
Comenzó éste á las nueve y media de la mañana, estando el templo ocupado por fieles de todas las clases y edades, procedentes de Pamplona y pueblos inmediatos, habiendo en la concurrencia parientes de los nuevos misioneros.
Estos ocuparon modestos bancos colocados frente al altar, fuera del presbiterio.
Sus nombres, que nos place citar de nuevo, son los siguientes: M. R. P. José de Legarda, R. P. Narciso de Sangüesa, R. P. Ignacio de Pamplona, R. P. Joaquin de Mendigorría, y los Hermanos legos Fr. Salvador de Legarda, Fr. Marcos de Guembe, Fr. Isidro de Beriain y Fr. Diego de Osteriz.
A la hora citada comenzó la Misa solemne, siendo el celebrante el M. R. P. Ildefonso de Ciaurriz, Provincial recientemente elegido, y ejerciendo de diácono y subdiácono respectivamente los RR. PP. Luis de Muru-Astrain y Berardo de Cirauqui.
El grupo de religiosos que forman la capilla, desempeñó la parte musical de la función con el esmero que hacen resaltar siempre.
Y en esa solemnidad pronunció el M. R. P. Provincial un discurso importante y precioso, que muy gustosos insertaríamos íntegro, si pudiéramos, y del que á continuación ponemos en resúmen lo que nos quedó en la memoria.
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hacia 1900
El exordio fué sucinta exposición del espectáculo que ofrecían los nuevos misioneros, disponiéndose á partir; espectáculo grato á Dios, cuya gloria van á promover; á los Angeles, de quienes van á ser colaboradores en la guía de las almas por el camino del Cielo, y á los hombres presentes, que admiraban su espíritu de colo, obediencia, sacrificio y amor al prójimo.
Y el discurso fué primorosa exposición del texto bíblico «Yo os he elegido, para que vayais y consigais fruto, y vuestro fruto sea permanente.»
Si oportuno fué es el tema, su desenvolvimiento fué tan acertado como interesante. Aplicando á los nuevos misioneros las palabras que el Divino, Fundador de la Iglesia, única Arca de salvación, dirigió á sus Apóstoles, el M. R. P. Ciaurriz habló de su vocación y misión en los términos más á propósito para estimularlos y para edificar, al mismo tiempo, á los fieles.
En la exposición de los distintos puntos que el texto comprende, ponderó y comentó la excelencia de la especial vocación divina de aquellos religiosos para el apostolado, la significación de su marcha, separándose de su patria, de sus familias, de su Comunidad, etcétera, etc., para ir a regiones lejanas, donde tendrán que sufrir penalidades y acaso la muerte violenta; el objeto de su viaje, que no es adquirir riquezas, porque tienen hecho voto de pobreza; ni vida independiente, pues hicieron voto de obediencia; ni placeres, porque se los veda el voto de castidad; sino trabajar, padecer, y, si fuese preciso, morir por la gloria de Dios y la salvación de las almas, santificándose en y con las tareas apostólicas.
En el desarrollo de cada uno de esos importantes puntos, hizo el celosísimo orador atinadas observaciones, deduciendo consecuencias provechosas para el bien espiritual de los fieles.
***
Alsasua, 1944
Terminada la misa, los nuevos misioneros fueron arrodillándose, uno por uno, ante el M. R. P. Provincial, sentado en un modesto sillón, al pié del altar, y recitando la fórmula de consagración para las misiones, que es una protestación (declaración) hermosa de fé, celo evangélico, obediencia y confianza en los auxilios divinos. Los cuatro Padres hicieron esa profesión en latin, y los hermanos legos en castellano.
El público revelaba visible emoción durante esa interesante ceremonia.
Seguidamente se cantó solemnemente el Veni, Creator, estando arrodillados todos los fieles y la venerable Comunidad, que del coro había bajado á colocarse en el centro de la iglesia.
Implorado de esa piadosa manera el auxiiio divino para los nuevos misioneros, cada uno de estos fué armado para la sublime empresa que van á acometer, por el P. Provincial, que les colgó al cuello el Crucifijo, insignia del misionero católico.
Capuchinos de Lecároz
A continuación el mismo P. Provincial entregó, despues de leida en alta voz por otro religioso, al M. R. P. José de Legarda, exprovincial, el documento en que se le ordena parta para las misiones con los siete religiosos suso dichos, se nombra á aquél Custodio de la Misión, y se ordena á los otros que, como á tal, le obedezcan.
Las emociones que, como el lector comprenderá, produjeron todos esos actos á los fieles que los presenciaban, se acrecentaron al ver á los ocho nuevos misioneros dar á cada uno de los religiosos de la Comunidad el cordial abrazo de despedida, mientras la capilla cantaba un salmo alusivo á las misiones y aquello de “Bienaventurados los pies de los que evangelizan la paz.”
Finalmente los religiosos adoraron la reliquia de San Francisco, y mientras la adoraban tambien los seglares presentes, los nuevos misioneros cantaron un himno que sentimos no poder publicar integro, y cuyas primera y última estrofa son éstas.
Mañana en un frágil barco
me he de engolfar en la mar;
daré un adiós a mi patria,
el último adios quizá.
Por si Dios quisiera
que no vuelva más,
mi alma te dejo,
Virgen del Pilar. (1)
Al indio pobre y salvaje
de vida y rostro feroz,
voy á enseñarle gozoso
la hermosa ley de mi Dios.
Peligros de muerte
me esperan allí.
¡Madre, en mi agonía
ten piedad de mí!










***
Despues muchos de los fieles que hablan asistido al solemne y conmovedor acto, entraron en el convento á despedir á los misioneros.
Según informes que recogimos en el convento, ayer debió de marchar á Barcelona el M. R. P. José de Legarda con uno de los legos destinados á la Misión; hoy partirán los Reverendos Padres Narciso de Sangüesa y Joaquin de Mendigorria, con dos legos, proponiéndose visitar el santuario de Lourdes antes de embarcarse; y mañana o pasado marchará el Reverendo Padre Ignacio de Pamplona con el otro hermano.
Los ocho se reunirán en Barcelona y se embarcarán, creemos que en el vapor «Satrústegui», el dia 3 de Septiembre.
Que Dios les conceda feliz viaje, los proteja en sus trabajos y les dé la recompensa por ellos merecida, como tambien un feliz regreso, si esto conviene á los sublimes fines á que aspiran esos héroes de la única Religión divina y verdadera.—G. E.
De momento, en ese 1890 tenemos el documento más antiguo.

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