lunes, 14 de noviembre de 2016

Odisea 2016: de Lucy a Luke

Con 18 años tuve la suerte de ver "2001 Odisea del espacio". Las escenas iniciales de aquel grupo de primates dando - sin saberlo- los primeros pasos hacia la humanización, se quedaron tan grabadas  en mi mente que protagonizaron muchas de mis clases de Filosofía. Desde aquel lejano año de 1968, no puedo ver ningún invento, un avance técnico, ninguna hazaña... sin agradecérselo, sobre todo, a quienes nos precedieron, y sin sentir ternura y compasión hacia ellos por las terribles condiciones en las que les tocó vivir. Lo podéis comprobar en el vídeo, al final.

En un principio era el pie
Réplica de las huellas de homínido halladas en Laetoli (Tanzania)
Siguiendo a Marvin Harris, hace cuatro millones de años, antes de adquirir el uso de la palabra o de la razón, nuestros antepasados ya caminaban erguidos sobre dos pies.
No fue la mano, y menos la palabra, la que marcó el comienzo de nuestra hominización y humanización. Fue el humilde pie.
Un simio, a dos pies y con dos manos (no como el resto de simios, que son cuadrumanos), sólo tiene sentido -desde el punto de vista de la evolución- porque podía hacer en el suelo algo que ninguna otra criatura había hecho nunca tanto ni tan bien: utilizar las manos para transportar objetos, para usar (primero) y fabricar (después) herramientas, y hacer uso de ellas para satisfacer las necesidades cotidianas.
Lucy, una afarensis de hace más de tres millones de años, ya caminaba erguida. 
Las huellas de Laetoli, en Tanzania, de 3,5 millones de años, son un monumento al bipedismo.

2001 Odisea del espacio
La vi allá por el 68 y marcó mi vida. Fue una gran película que se adelantó muchos años a su tiempo.
El primate (al que hoy atribuyen 5 ó 6 millones de años) mira y remira el fémur de algún animal, lo toma con suavidad y juguetea con él... lo agarra con firmeza y se emplea a fondo comprobando su utilidad para cazar... o romper la cabeza de sus adversarios... lanza, emocionado por el hallazgo, su hueso al aire... y ese humilde fémur, la primera herramienta, da un salto de 5 millones de años y se transforma en el ingenio más complejo: una nave espacial.

De siervos de la necesidad a señores de la libertad
El instante de la recepción
En el vídeo (gracias, otra vez, Miguelo) que hoy os presento, el hueso se transforma en un avión que vuela a 7,6 km de altura. Desde él va a saltar Luke Aikins, sin paracaídas, para intentar caer sobre una red de 30x30 metros.
Es importante valorar los aspectos técnicos del salto y el valor temerario de Luke. Pero aún más sobrecoge pensar en todo lo que han tenido que sufrir quienes nos han precedido, esclavos de la necesidad, de la lucha por sobrevivir.
Hoy, gracias a ellos, un señor puede darse el capricho de dedicar dos años de su existencia para intentar batir el récord del mundo de salto sin paracaídas, jugándose -quizás estúpidamente, pero en ejercicio de su libertad- la propia vida.
Vivimos subidos a la chepa de cientos de miles de generaciones que nos han precedido.
Y me emociona pensar en aquellos antepasados que tuvieron que bajar de los árboles, empezaron a caminar erguidos, cogieron la primera piedra, el primer palo, el primer hueso...
Seguramente sin ser conscientes de ello, desbrozaron la senda de la libertad, de la plenitud humana.
(¡Ah, ved el vídeo en pantalla completa!)

Como me avisan  que me han bloqueado el vídeo, os pongo, por separado, los dos vídeos que yo había unido:

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